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Jesús quiere…

Cuando un hombre o una mujer se acercan a Dios, pensamos que ÉL siempre nos recibirá ya que hemos aprendido que Dios está siempre dispuesto a aceptarnos. Sabemos que Dios nos ama, sabemos que Dios nos busca y que ÉL quiere tener una relación con nosotros. Pero este conocimiento a veces se transforma en una licencia para simplemente pensar que nosotros la controlamos o manejamos esta “relación”. Cuando queremos nos acercamos a Dios y cuando queremos nos alejamos de ÉL. Leamos en el evangelio de Mateo en 8:1-4 (Mat. 8:1-4) y observemos que es Dios el que tiene el sartén por el mango. La proposición del leproso es: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”, a lo que Jesús le responde: “Quiero”. Cuán a menudo pensamos en que nosotros hacemos un favor a Dios al dedicar algo de “nuestro” tiempo, o algo de “nuestro” dinero, o algo de “nuestra” vida a Dios. Suena como que nosotros le decimos: “Señor si quiero iré hoy a la iglesia”, o “si quiero hoy voy a leer la Biblia”, o “Señor, si quiero, h

¿Para dónde iba mi vida cuando Jehová se cruzó en mi camino?

Hay un himno que cantábamos en la iglesia hace mucho tiempo cuando era un adolescente. Ese himno usted lo acaba de escuchar… “Hay un canto nuevo en mi ser”. En ese tiempo estaban apareciendo todos esos movimientos modernos de “adoración” y “alabanza”… Cantos modernos, en algunos casos más movidos y en otros casos más pausados. Algunos en la iglesia gustaban de los himnos más tradiciones, a otros les gustaban aquellos cantos nuevos. Pero ¿Cuál es el contenido de esos cantos? Creo que la disyuntiva va a estar siempre. Pero en lo que a mi respecta, cuando era un adolescente de la iglesia, se usaba mucho esa frase “Cántico Nuevo” para decir que era hora de cambiar e introducir nuevas canciones en el repertorio de la iglesia. Hasta ese momento yo pensaba así. Pero poco a poco fui comprendiendo que “cántico nuevo” no significa que debemos actualizar el repertorio de la iglesia, va mucho más allá de eso. Que haya un canto nuevo en nuestro ser, va por el mismo camino que nuestra vida esp

“… me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2 Corintios 12:9

  En cada momento de victoria es muy fácil estar adelante y recibir los honores y los laureles. Pero cuando Dios nos deja saborear por un momento la dificultad y la derrota, es ahí cuando debemos recordar que sólo Cristo es la fuente de nuestra fortaleza. 2 Corintios 12:9 (2 Cor. 12:9) está en medio de un testimonio de dificultad y debilidad. Lamentamos cuando nos encontramos en momentos como esos; es difícil decir a Dios “heme aquí” porque ni la mitad de nuestro ser, ni la mitad de nuestra fuerza están presentes, nos sentimos incompletos, vacios. El Salmo 31:12 (Psalm 31:12) nos da una figura de cómo se siente un creyente cuando pasa por el desaliento. La figura es un baso que no está al 100% de su capacidad. Hay una fisura por la cual se escapa el liquido que tiene en su interior. A veces sentimos esa fuga, por alguna parte se escapa la llenura que nuestro Dios nos da cada día. Pero es allí cuando David, el escritor de este salmo, dice: “En ti, oh Jehová he confiado…, inc

Usted puede eliminar el virus del pecado

Un poco de levadura leuda toda la masa. Gálatas 5:9 Casi todas las semanas oímos de un nuevo virus de los computadores que se extiende por el mundo borrando archivos, dañando discos duros, y agriando las actitudes. Los virus de software actúan como sus primos biológicos: se extienden de un computador al siguiente. La manera más segura de impedir que infecten otros computadores es borrarlos tan pronto como se los descubre. Oprimir el botón de borrar en un computador es una manera sencilla y eficaz de mantenerse libre de virus. Pero el lenguaje del Nuevo Testamento indica que mantenerse libre del pecado requiere más esfuerzo. Pablo describe el pecado casi como un virus. Lo llama levadura, la bacteria que hace que la masa de pan crezca. Una vez que la levadura penetra en la masa . . . pues bien, sacarla requiere esfuerzo. Es mucho mejor nunca permitir que el pecado entre en nuestras vidas, para empezar. Pero si entra, ¿qué hacemos entonces? Primero, debemos arrepentirnos; es

Viendo a Dios en sus circunstancias.

Filipenses 1: 12-21 La vida de Cristo habitando en Pablo, le permitió estar libre de preocupaciones durante su encarcelamiento, el cual le pudo haber causado hasta la muerte. Pablo fue audaz y siempre actuó sin temor, su única preocupación era que Cristo sea magnificado en su cuerpo, independientemente de lo que le esperaba, sea la vida o sea la muerte. Nunca hubo vacilación de su parte. Siempre estamos inclinados a pensar que estas tremendas cualidades eran reales solo en los grandes hombres y mujeres de Dios, como lo fue el apóstol Pablo, y que es imposible para nosotros, creyentes comunes y corrientes, desarrollar semejantes cualidades. De alguna manera Satanás ha cerrado nuestro ojos al hecho de que también nosotros podemos tener la misma determinación de glorificar a Cristo en nuestras vidas, como la tuvo Pablo. El mismo Cristo habita en nosotros, no solo para darnos el deseo de glorificarle, sino también para darnos la audacia y capacidad de cumplir ese deseo. Habiendo

Manténgase siempre con la armadura.

Efesios 6:10-18 La armadura no es para ponerse y quitarse periódicamente, sino para llevarla siempre puesta. La armadura en realidad es una actitud de fe, por eso, es algo que nos ponemos una sola vez  y por un acto de la voluntad. Mientras maduramos en nuestra vida cristiana, descubriremos áreas en nuestra vida en las cuales nuestra fe no es fuerte tanto como debería ser; esto es, la armadura es débil en cierto lugar. En ese momento, nuestra responsabilidad es acudir a la Palabra de Dios para estudiar Sus promesas que tienen que ver con dicha área de nuestra debilidad, de tal modo que nuestra fe sea fortalecida. Note el paralelo entre Efesios 6:11 “ vestíos de toda la armadura de Dios ” y Romanos 13:14, “ vestíos del Señor Jesucristo ”. La provisión de Dios para alcanzar la victoria está en la Persona del Señor Jesucristo y a través de la Palabra de Dios. En cuanto a vestirnos del Señor Jesucristo, debemos recordar que la Palabra Viva (Jesucristo) es revelada a través de la

Unión.

Efesios 5:25-33 Un incrédulo vive una vida espiritual aislada. mientras que nosotros, estando juntos, somos miembros del cuerpo de Cristo (Efesios 5:30) y tenemos responsabilidades el uno para con el otro. Efesios 4:25 dice: “…somos miembros los unos de los otros” Por eso, los creyentes llenos del Espíritu Santo tratan a sus hermanos cristianos como ellos se tratan a sí mismos. No estamos para ser dominantes, sino para reconocer que Cristo es el Señor de todos. Eso es a lo que se refiere cuando se dice que debemos tener un espíritu sumiso. Si mutuamente deseamos hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo nos dará una armoniosa relación entre todos nosotros. Debemos someternos a otros “en el temor de Dios”, el cual es un temor reverente que cada creyente debe saber y debe tener en torno a deshonrar o desagradar a Dios con las cosas que hagamos, digamos, pensemos, etc. Porque todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, nuestro deseo debe ser el de agradarle con lo que hacemos.