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“… me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2 Corintios 12:9

 

En cada momento de victoria es muy fácil estar adelante y recibir los honores y los laureles. Pero cuando Dios nos deja saborear por un momento la dificultad y la derrota, es ahí cuando debemos recordar que sólo Cristo es la fuente de nuestra fortaleza.

2 Corintios 12:9 (2 Cor. 12:9) está en medio de un testimonio de dificultad y debilidad. Lamentamos cuando nos encontramos en momentos como esos; es difícil decir a Dios “heme aquí” porque ni la mitad de nuestro ser, ni la mitad de nuestra fuerza están presentes, nos sentimos incompletos, vacios.

El Salmo 31:12 (Psalm 31:12) nos da una figura de cómo se siente un creyente cuando pasa por el desaliento. La figura es un baso que no está al 100% de su capacidad. Hay una fisura por la cual se escapa el liquido que tiene en su interior. A veces sentimos esa fuga, por alguna parte se escapa la llenura que nuestro Dios nos da cada día.

Pero es allí cuando David, el escritor de este salmo, dice: “En ti, oh Jehová he confiado…, inclina a mi tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza…” (Psalm 31:1-2). David no se ha olvidado de que no es su destreza ni su energía la que le tiene al 100% de su capacidad, sino que es solamente Dios el que le fortalece.

No nos olvidemos de que la voluntad de Dios es: “que nuestra copa/vaso esté rebozando” (Salmo 23:5 – Psalm 23:5), así que si algún momento encontramos una fisura el nuestra copa/vaso, vayamos inmediatamente al que puede repararlo. No será ni nuestra decisión, ni nuestra voluntad las que nos hagan superar el nivel de la fisura. Será solamente la inmediata y divina intervención del que puede remendar nuestra copa/vaso para que luego de haber sufrido pérdida, volvamos a subir el nivel hasta que rebocemos el borde.

No se olvide de buscar a Jehová, sólo ÉL es nuestra fuerza y el que puede remendar la fisura por la cual se escapa la llenura del Espíritu Santo. No se olvide de orar y leer su Biblia hoy. Pídale a Dios que arregle la fisura en su vaso para que usted vuelva a ser lleno hasta mas arriba del borde y su gozo reboce, se derrame entre los que están a su alrededor. Y cuando Dios haga eso, no se olvide de que fue Dios y sino hubiese sido por la inmediata intervención de Dios, no habría de qué gloriarse.

“Inclina a mi tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.” Salmo 31:2 (Psalm 31:2)

 

Por David Luzuriaga -www.familialuzuriaga.blogspot.com Todas las citas son de Reina Valera, revisión 1960, a menos que se indique lo contrario.

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