Cuando un hombre o una mujer se acercan a Dios, pensamos que ÉL siempre nos recibirá ya que hemos aprendido que Dios está siempre dispuesto a aceptarnos. Sabemos que Dios nos ama, sabemos que Dios nos busca y que ÉL quiere tener una relación con nosotros. Pero este conocimiento a veces se transforma en una licencia para simplemente pensar que nosotros la controlamos o manejamos esta “relación”. Cuando queremos nos acercamos a Dios y cuando queremos nos alejamos de ÉL. Leamos en el evangelio de Mateo en 8:1-4 (Mat. 8:1-4) y observemos que es Dios el que tiene el sartén por el mango. La proposición del leproso es: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”, a lo que Jesús le responde: “Quiero”. Cuán a menudo pensamos en que nosotros hacemos un favor a Dios al dedicar algo de “nuestro” tiempo, o algo de “nuestro” dinero, o algo de “nuestra” vida a Dios. Suena como que nosotros le decimos: “Señor si quiero iré hoy a la iglesia”, o “si quiero hoy voy a leer la Biblia”, o “Señor, si quiero, h
Actualidad del ministerio misionero de la familia Luzuriaga en Ecuador