Cada persona que dice cumplir la ley no tiene noción del propósito de la ley. No fue dada para la salvación de nadie; fue dada para mostrarnos la necesidad de tener fe en Cristo.
La ley exhibe y expone la justicia de Dios, pero no da el poder de desarrollarla. Todo lo que hace es condenarnos cuando fallamos a Dios.
Dios nos ha hecho libres, a través de Cristo, tanto de la naturaleza adánica (Romanos 6) como de la Ley (Romanos 7). Todo esto ha sido hecho para que podamos ser libres para vivir para Dios.
También debemos recordar que no solo que la ley nunca va a terminar, sino que también los “estándares” de Dios, prescritos en la ley nunca van a decrecer.
La ley hace posible que el individuo vea su propio pecado, y lo condena porque es pecador. Pero no le ayuda a vivir una vida piadosa. Por eso es necesario que la relación de la persona con la ley cambie.
Y eso es exactamente lo que sucede cuando el individuo confía en Cristo como su Salvador y por eso se debe apropiar de su muerte con Cristo. El individuo yo no está más en condenación de la ley sino que está libre de su maldición, y libre para estar con Cristo.
Dios no nos libera de la ley para que hagamos pecado sin ser condenados; ÉL nos libera de la ley para que ÉL pueda activar su justicia en nosotros. Dios nos ha hecho libres no solo de la naturaleza pecaminosa sino también de la condenación de la ley.
Entonces, esto hace posible para Cristo, vivir SU vida en nosotros, y que nosotros podamos vivir una vida piadosa.
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. (Gálatas. 2:19).
Traducido y adaptado por David Luzuriaga -www.familialuzuriaga.blogspot.com Tomado de Strength for the Journey, by Theodore Epp. Copyright © 2007 The Good News Broadcasting Association, Inc. (Back to the Bible) Lincoln, Nebraska, USA. Used by permission. All rights reserved www.backtothebible.org