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El punto de vista determina nuestra actitud

A lo largo de su vida el siervo de Dios está expuesto a la critica, al juicio, a la calificación. Demás está decir que muchas veces esa crítica es desmedida, injusta y no pensada sino que dicha sin ponerse a pensar en la vida y los sentimientos de quien la recibe. En el mundo cristiano tendemos a disfrazar esta “lapidación verbal” con frases como “lo digo en amor”, “se lo critico porque lo queremos” y términos similares. Pero ¿que debe hacer un siervo de Dios cuando está atravesando por eso?. A menudo las personas que critican a los siervos de Dios, son hermanos bien intencionados que emiten su juicio desde el lugar donde están, sin pensar que por alguna extraña razón Dios llamó a otros y a ellos no. Es curioso ver como en nombre del amor, se degrada a un hermano/a en Cristo.

Pero cuando atravesamos por esos momentos, ¿qué hacemos?. La oración íntima a Dios es un remedio. El escuchar a una persona ajena a la situación es otro remedio. Puede ser un pastor amigo, un amigo maduro en la fe de otra congregación.

El apóstol Pablo estaba dando un mensaje a los Filipenses cuando les dijo: “Gozaos en el Señor” (Filip. 3:1 RV) ¿Que hacemos cuando nuestra experiencia de gozo está amenazada?; respuesta = Veamos las cosas desde otro punto de vista. Veamos las cosas desde el punto de vista de Dios.

1. Veamos las cosas des una diferente escala de valores. En el versículo 8 el apóstol dice: “estimo”. Pablo mide a todas las cosas y desde el punto de vista de Dios. Lo que para el mundo es ganancia, como un buen trabajo, una buena educación, posición, prestigio, buen nombre entre la gente… todo eso para Dios no cuenta. Lo que cuenta para el hijo de Dios es que Dios tenga un buen concepto de nosotros. Si Dios tiene un buen concepto de nosotros, eso es lo que finalmente cuenta. No lo que otros piensen… El que nos dirá “buen siervo fiel” no será la congregación, ni las personas, será Dios. Debemos recordad que la idea de las masas, la muchedumbre, siempre ha sido cambiante. Le pasó a nuestro Señor Jesucristo. Un día le recibieron en Jerusalén con palmas con alegría con cánticos “hosanna al Hijo de David” (Mateo 21:9) y 8 días después esa misma multitud gritaba: “crucifícale” (Lucas 23:21). Jesucristo dijo: “Bienaventurados si por mi causa os vituperan” (Mateo 5:11).  Oración: “Señor, acompáñanos cuando estemos frente a la crítica, quizás tengan razón, pero es duro sentir la crítica desmedida y disfrazada con amor, pero que hiere hasta lo más profundo. En ese momento, recógeme en tus brazos y siéntame en tus rodillas, porque necesito que como mi madre lo hacía cuando me caía, solo necesito sentirme protegido y amado. Amado aunque tenga muchas cosas que mejorar… pero amado al fin. Señor, acógeme en tus brazos. Que nunca vuelva a hacer caso de la crítica humana, sino que lo que interese sea tu crítica y tu aceptación”.

2. Veamos las cosas desde una diferente posición. Pensemos que no todo está acabado. Sino que es una oportunidad de cambio y de “proseguir”… El versículo 12, de Filipenses 3, dice: “prosigo”. La figura que ilustra el apóstol Pablo es la figura de la carrera de carros. Esta carrera en los tiempos de las olimpiadas grecorromanas, consistía en un hombre parado sobre una pequeña plataforma con un par de ruedas a los costados y tirado por un caballo. El ejercicio consistía en tensar cada músculo del cuerpo a fin de conseguir el equilibrio; y también el de mantenerse en la plataforma hasta el final de la carrera y por supuesto, llegar primero. Así que cuando Pablo dice: “extendiéndome a lo que está adelante”, la figura es: “tenso mi cuerpo hasta que llegue a la meta”. Sin duda era un deporte bastante complejo, que necesitaba un cuerpo bien ejercitado para lograr acabar la carrera, y por sobre todo, ganarla. Cuando necesitamos fuerzas para continuar, debemos ejercitar nuestro cuerpo espiritual. La carrera es difícil pero si la terminamos, Dios nos tiene un premio: “El premio del supremo llamamiento de Dios”.   Oración: “Señor ayúdame a “proseguir”. Cuando las cosas no van como yo quisiera, mi disciplina espiritual de una correcta vida de oración, lectura devocional de tu Palabra y una vida de amor por los demás (aunque no me amen, 2 Corintios 12:15) sean las que me den fuerzas para “proseguir”.

3. Veamos las cosas de una diferente perspectiva. “Esperemos”. La idea de esperar, aquí no es la de una espera pasiva. Como si simplemente esperemos que las cosas sucedan. La idea es “Esperar la venida de Cristo”. La verdad es que al estar en el ministerio pastoral, he aprendido a amar y a anhelar que Cristo vuelva pronto. (2 Timoteo 4:8). Es cuestión de vivir esperando la venida de Cristo. Debemos poner nuestra mentalidad en las cosas de Dios. (Colosenses 3:1-2). La palabra “ciudadanía” en el versículo 20 de Filipenses 3, también se puede traducir como “conversación”. Entonces la idea que el apóstol Pablo nos quiere decir es pongamos nuestra mente en pro de una conducta que no es de este mundo, sino es de Dios. Comportémonos como es digno de un ciudadano del cielo. Pensemos que el apóstol Pablo no fue un ciudadano de este mundo tratando de llegar al cielo, sino fue un ciudadano del cielo con una misión aquí en la tierra. ¿Por qué nos es tan difícil servir a las personas aquí en este mundo? La respuesta está en nuestra actitud. Debemos tener la mente alineada con Dios, llenarla de su Palabra, alimentarla con sus pensamientos con el objetivo de que cuando necesitemos actuar tengamos contenido divino para entregar a las personas de este mundo que tan fácilmente nos critican o nos enjuician.

Así que todo esto es cuestión de con que óptica se mire. Si alineamos nuestra mente con la mente de Cristo, podremos, estimar la escala de valores de Dios en lugar de la del mundo como la mejor manera de ver las cosas; también podremos proseguir con entereza y vigor cuando la carrera arrecie y sintamos desfallecer la fuerzas porque Dios mismo nos espera en la línea de meta; y también podremos vivir y atravesar por las fuertes críticas si vivimos esperando la venida del que nos llamó al ministerio de la Palabra.

Todo es cuestión de por dónde se mire…. ¿no lo cree usted?

David Luzuriaga.

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