Tres puntos de vista humanos, debidamente aclarados
Mateo 16:18
Jesús se refirió solo en dos ocasiones a la iglesia (Mt 16.18; 18.17).
2 Pedro 2:4-10
1. UN SOLO PUEBLO Y NO GRUPOS.
• Dios está formando un pueblo y no pequeños grupos por ahí y por allá.
• Todo radica en que hay un pueblo que está siendo formado por Dios, que puede que no tengamos nada en común pero todos estamos bajo la gracia de Dios que ha obrado en las vidas de cada uno a través de Cristo.
2. SACERDOTES QUE SACRIFICAN Y NO RECEPTORES DE BENEFICIOS.
• Pedro nos recuerda que es para dar y no para conseguir que nos reunimos en el culto en nuestra congregación.
• “No recibo nada” = queja más común. Significa que usamos un criterio intelectual. (Parece que el sermón no me llenó tanto como estoy acostumbrado a recibir – Este sermón no fue tan estimulante para mi nivel de pensamiento.
• “No siento ninguna diferencia después, mis sentimientos no han cambiado nada” = criterio emocional.
• “No me gusta el estilo, no es el ambiente propicio para que pueda adorar” = criterio estético. Nuestras expresiones estéticas van a dejar a unos satisfechos y a otros vacíos
• Pero el propósito de nuestra reunión no es intelectual, emocional o estética. En este pasaje Pedro llama a la iglesia “sacerdocio” a la iglesia.
• Pedro nos dice: “como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
• Como todos los que salieron de Egipto “esta bandada harapienta de pecadores perdonados, se reúnen para ofrecer sacrificios espirituales a Dios”. Y es por eso que lo que damos es lo importante en la reunión de adoración semanal.
• No nos engañemos disfrazando el egoísmo con ropas de amor, buscando solucionar nuestros problemas y finalmente inútilmente tratando buscar la felicidad. La felicidad vendrá solo como subproducto de la verdadera adoración a Dios y el servicio a los que son de Dios.
• La idea de que adoramos para ser cambiados es pedir a nuestro culto algo que nunca estuvo en los planes de Dios para el culto, sino sólo como subproducto de la devoción y alabanza a Dios por lo que ÉL ha hecho.
• Si nos quedamos solo con ser receptores de beneficencia, renunciamos a ser sacerdotes de una adoración regular.
o Adoramos poniendo la mira hacia abajo. (como esperando que caigan las dádivas de Dios, que finalmente son la razón de nuestra adoración) ¿Adoraría usted a Dios, si ÉL no le diera todo lo que le ha dado? Adore con la mirada puesta hacia arriba… con su mente y corazón en la persona de Dios, y no en sus beneficios.
3. UNA REALIDAD DIVINAMENTE ORDENADA Y NO UNA EMPRESA SENTIMENTAL.
• ¿Ha pensado usted que lo que la Biblia dice de la iglesia, en realidad es lo que la iglesia es? Lo teológico no remplaza a lo que existe.
• Frecuentemente tratamos de hacer algo de la iglesia. Y lo que sentimos que la iglesia debiera ser es una empresa sentimental, gobernada por la tiranía de las emociones.
• Lo que la Biblia dice que la iglesia es; es lo que la iglesia es en concreto. Las cosas que no se ven son eternas y la verdadera naturaleza de la iglesia es eterna, invisible.
• La iglesia es el conjunto de personas que han hecho la tremenda elección de edificar sobre el fundamento/roca que es Cristo; en lugar de rechazarle como piedra angular.
• La iglesia es el conjunto de aquellos que han mirado a Cristo y han declarado precioso a Aquel que algunos “altamente capacitados”, “profundamente sensitivos”, “extremadamente preparados” han rechazado.
• Es la compañía de aquellos que sólo tienen en común esta fe y esta elección.
Como he dicho, aquí es donde había venido antes, pero no hay forma de que salga. Dios me ha escogido para ser parte de su iglesia. Soy parte de la iglesia, no por elección mía sino suya. Continúo en la iglesia, no a mi discreción sino por su insistencia.
No tengo otro lugar adonde ir (Juan 6:68/Mateo 16:18). Este es el pueblo de Dios y el mío. Esto es lo que Dios está haciendo en la historia. Este es el misterio del universo. Este era el propósito por el cual todo fue creado: el pueblo para servir, alabar y glorificar a Dios.
La salida de la iglesia ya ha sido establecida; su perfección está asegurada; su destino final está plenamente determinado.
Los últimos capítulos de la Biblia retratan cómo será. Y allí se ve a gente sin diferencias —sin grupos, sin categorías, sin círculos cerrados— un pueblo indiferenciado delante de un trono, no mirando hacia abajo, no peguntándose cómo se sienten en relación con los demás, sino elevando sus voces en adoración al Dios todopoderoso y cantando: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 5:13).
Lo que la iglesia está haciendo en el cielo es lo que debe hacer en la tierra. Su único estilo definitivo debería ser su condición de interino.
Dios es el centro del universo. Dios es el punto focal de nuestra vida. Dios es el recipiente de toda adoración y gloria. Y Dios, que está por encima de nuestros ojos, debe ser Aquel que miremos cuando vamos a la iglesia semana a semana, allí donde estamos.
Espero que me haya hecho claro. Mi preocupación más profunda no es que su no participación destruya la iglesia. Mi preocupación es por usted y es más que algo trivial. No me limito a ser el eco de las notas de advertencia que le han sido dadas domingo a domingo desde los maestros de la escuela dominical hasta los grandes predicadores. Mi punto no es que ir a la iglesia mejorará la moral cívica y reducirá la tasa de crímenes o estabilizará su matrimonio y promoverá la prosperidad de la vocación que haya elegido. Muy bien puede hacer todo eso. Pero si no lo hace, usted debe seguir yendo.
Su participación regular en la adoración con su congregación local es la mejor indicación de que usted ha captado el corazón del mensaje cristiano. Ir a la iglesia no le hace cristiano. Pero la consagración cristiana pierde su significado si no va. La adoración con los demás es lo que más se acerca para describir lo que significa ser humano por encima de cualquier cosa que usted haga. Alejarse de este deber, privarse de este privilegio es hacer flamear la bandera de la vida humana a media asta, no importa lo brillantes que parezcan sus colores.
Padre celestial, te agradezco por tu pueblo, por aquellos que me gustan y aquellos que ni siquiera conozco. Pertenecer a Jesús y a su iglesia es el mayor privilegio de la vida. Ayúdame a creer esto realmente a expresar mi fe por la participación regular en la adoración con tu pueblo, que ahora ha llegado a ser mi pueblo. Por Jesucristo, Amén.
Mateo 16:18
Jesús se refirió solo en dos ocasiones a la iglesia (Mt 16.18; 18.17).
2 Pedro 2:4-10
1. UN SOLO PUEBLO Y NO GRUPOS.
• Dios está formando un pueblo y no pequeños grupos por ahí y por allá.
• Todo radica en que hay un pueblo que está siendo formado por Dios, que puede que no tengamos nada en común pero todos estamos bajo la gracia de Dios que ha obrado en las vidas de cada uno a través de Cristo.
2. SACERDOTES QUE SACRIFICAN Y NO RECEPTORES DE BENEFICIOS.
• Pedro nos recuerda que es para dar y no para conseguir que nos reunimos en el culto en nuestra congregación.
• “No recibo nada” = queja más común. Significa que usamos un criterio intelectual. (Parece que el sermón no me llenó tanto como estoy acostumbrado a recibir – Este sermón no fue tan estimulante para mi nivel de pensamiento.
• “No siento ninguna diferencia después, mis sentimientos no han cambiado nada” = criterio emocional.
• “No me gusta el estilo, no es el ambiente propicio para que pueda adorar” = criterio estético. Nuestras expresiones estéticas van a dejar a unos satisfechos y a otros vacíos
• Pero el propósito de nuestra reunión no es intelectual, emocional o estética. En este pasaje Pedro llama a la iglesia “sacerdocio” a la iglesia.
• Pedro nos dice: “como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
• Como todos los que salieron de Egipto “esta bandada harapienta de pecadores perdonados, se reúnen para ofrecer sacrificios espirituales a Dios”. Y es por eso que lo que damos es lo importante en la reunión de adoración semanal.
• No nos engañemos disfrazando el egoísmo con ropas de amor, buscando solucionar nuestros problemas y finalmente inútilmente tratando buscar la felicidad. La felicidad vendrá solo como subproducto de la verdadera adoración a Dios y el servicio a los que son de Dios.
• La idea de que adoramos para ser cambiados es pedir a nuestro culto algo que nunca estuvo en los planes de Dios para el culto, sino sólo como subproducto de la devoción y alabanza a Dios por lo que ÉL ha hecho.
• Si nos quedamos solo con ser receptores de beneficencia, renunciamos a ser sacerdotes de una adoración regular.
o Adoramos poniendo la mira hacia abajo. (como esperando que caigan las dádivas de Dios, que finalmente son la razón de nuestra adoración) ¿Adoraría usted a Dios, si ÉL no le diera todo lo que le ha dado? Adore con la mirada puesta hacia arriba… con su mente y corazón en la persona de Dios, y no en sus beneficios.
3. UNA REALIDAD DIVINAMENTE ORDENADA Y NO UNA EMPRESA SENTIMENTAL.
• ¿Ha pensado usted que lo que la Biblia dice de la iglesia, en realidad es lo que la iglesia es? Lo teológico no remplaza a lo que existe.
• Frecuentemente tratamos de hacer algo de la iglesia. Y lo que sentimos que la iglesia debiera ser es una empresa sentimental, gobernada por la tiranía de las emociones.
• Lo que la Biblia dice que la iglesia es; es lo que la iglesia es en concreto. Las cosas que no se ven son eternas y la verdadera naturaleza de la iglesia es eterna, invisible.
• La iglesia es el conjunto de personas que han hecho la tremenda elección de edificar sobre el fundamento/roca que es Cristo; en lugar de rechazarle como piedra angular.
• La iglesia es el conjunto de aquellos que han mirado a Cristo y han declarado precioso a Aquel que algunos “altamente capacitados”, “profundamente sensitivos”, “extremadamente preparados” han rechazado.
• Es la compañía de aquellos que sólo tienen en común esta fe y esta elección.
CONCLUSIÓN.
Como he dicho, aquí es donde había venido antes, pero no hay forma de que salga. Dios me ha escogido para ser parte de su iglesia. Soy parte de la iglesia, no por elección mía sino suya. Continúo en la iglesia, no a mi discreción sino por su insistencia.
No tengo otro lugar adonde ir (Juan 6:68/Mateo 16:18). Este es el pueblo de Dios y el mío. Esto es lo que Dios está haciendo en la historia. Este es el misterio del universo. Este era el propósito por el cual todo fue creado: el pueblo para servir, alabar y glorificar a Dios.
La salida de la iglesia ya ha sido establecida; su perfección está asegurada; su destino final está plenamente determinado.
Los últimos capítulos de la Biblia retratan cómo será. Y allí se ve a gente sin diferencias —sin grupos, sin categorías, sin círculos cerrados— un pueblo indiferenciado delante de un trono, no mirando hacia abajo, no peguntándose cómo se sienten en relación con los demás, sino elevando sus voces en adoración al Dios todopoderoso y cantando: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 5:13).
Lo que la iglesia está haciendo en el cielo es lo que debe hacer en la tierra. Su único estilo definitivo debería ser su condición de interino.
Dios es el centro del universo. Dios es el punto focal de nuestra vida. Dios es el recipiente de toda adoración y gloria. Y Dios, que está por encima de nuestros ojos, debe ser Aquel que miremos cuando vamos a la iglesia semana a semana, allí donde estamos.
Espero que me haya hecho claro. Mi preocupación más profunda no es que su no participación destruya la iglesia. Mi preocupación es por usted y es más que algo trivial. No me limito a ser el eco de las notas de advertencia que le han sido dadas domingo a domingo desde los maestros de la escuela dominical hasta los grandes predicadores. Mi punto no es que ir a la iglesia mejorará la moral cívica y reducirá la tasa de crímenes o estabilizará su matrimonio y promoverá la prosperidad de la vocación que haya elegido. Muy bien puede hacer todo eso. Pero si no lo hace, usted debe seguir yendo.
Su participación regular en la adoración con su congregación local es la mejor indicación de que usted ha captado el corazón del mensaje cristiano. Ir a la iglesia no le hace cristiano. Pero la consagración cristiana pierde su significado si no va. La adoración con los demás es lo que más se acerca para describir lo que significa ser humano por encima de cualquier cosa que usted haga. Alejarse de este deber, privarse de este privilegio es hacer flamear la bandera de la vida humana a media asta, no importa lo brillantes que parezcan sus colores.
Padre celestial, te agradezco por tu pueblo, por aquellos que me gustan y aquellos que ni siquiera conozco. Pertenecer a Jesús y a su iglesia es el mayor privilegio de la vida. Ayúdame a creer esto realmente a expresar mi fe por la participación regular en la adoración con tu pueblo, que ahora ha llegado a ser mi pueblo. Por Jesucristo, Amén.
Tomado del libro “Iglesias - ¿Quién las necesita? – David Allan Hubbard. - Adaptado por David Luzuriaga.