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No es imitación, es encarnación.

Romanos 12:1-5 Jesucristo quiere vivir SU vida en nosotros. ÉL quiere usar nuestros ojos para contemplar lo que está pasando hoy en el mundo. ÉL quiere usar nuestros oídos para escuchar el llanto de los perdidos y de aquellos que están en angustia y necesidad. ÉL quiere usar nuestros labios para decirle a otros el evangelio. ÉL quiere usar nuestro corazón para expresar la compasión y amor a todo el mundo. ÉL quiere usar nuestra mente para pensar en lo que está pasando y tener algo que decir a la gente que está envuelta en el mundo. ÉL quiere usar nuestras manos para hacer SU trabajo, y nuestros pies para ir a lugares a donde la gente necesita SU ayuda. El cuerpo también incluye el alma, la cual es el asiento del intelecto, de las emociones y de la voluntad. Dios no solamente quiere el aspecto físico de nuestros cuerpos, sino que también quiere nuestro intelecto, emociones y voluntad. Cristo quiere pensar SUS pensamientos a través de nosotros, y quiere tener nuestras mentes b

Tu deuda con el Espíritu Santo

Romanos 8:6-17 No es pecado el ser tentado, pero sí es pecado dejarse llevar y ceder a la tentación. Así que en el momento en que llega la tentación, es hora de aplicar Romanos 8:13 “hacer morir las obras de la carne, por el poder del Espíritu Santo” Note que es solamente a través del Espíritu Santo que efectivamente lo podemos hacer. Esto nos llama a tener una nueva actitud. Debemos reconocer que somos responsables por nosotros mismos. No podemos eludir nuestra responsabilidad simplemente diciendo: “bueno, es trabajo del Espíritu Santo, así que yo no soy responsable” El Espíritu Santo no va a trabajar, ni puede trabajar si nuestras mentes no están determinadas a odiar el pecado y rechazar lo que nuestra naturaleza pecaminosa nos incita a hacer. No es simplemente un asunto de sentimiento el odiar el pecado, sino que es una determinación de nuestra voluntad. La mente es el asiento de la voluntad, y debemos usar nuestra capacidad de pensamiento para elegir entre lo que es bueno

Muerto a la ley.

Romanos 7:1-6 Cada persona que dice cumplir la ley no tiene noción del propósito de la ley. No fue dada para la salvación de nadie; fue dada para mostrarnos la necesidad de tener fe en Cristo. La ley exhibe y expone la justicia de Dios, pero no da el poder de desarrollarla. Todo lo que hace es condenarnos cuando fallamos a Dios. Dios nos ha hecho libres, a través de Cristo, tanto de la naturaleza adánica (Romanos 6) como de la Ley (Romanos 7). Todo esto ha sido hecho para que podamos ser libres para vivir para Dios. También debemos recordar que no solo que la ley nunca va a terminar, sino que también los “estándares” de Dios, prescritos en la ley nunca van a decrecer. La ley hace posible que el individuo vea su propio pecado, y lo condena porque es pecador. Pero no le ayuda a vivir una vida piadosa. Por eso es necesario que la relación de la persona con la ley cambie. Y eso es exactamente lo que sucede cuando el individuo confía en Cristo como su Salvador y por eso se debe

¿Considero mi muerte ahora?

Romanos 6:11-14 La consideración se basa en una verdad absoluta. No podemos considerar algo como verdad, si no es realmente verdad. Es cierto que Cristo murió por nosotros y que cuando creemos en ÉL como Salvador, nosotros morimos como ÉL. Eso es un hecho. Y en que ÉL vive, y nosotros también vivimos. Esto también es un hecho. Así la consideración está basada en hechos reales y no en experiencias personales. Yo no me considero a mi mismo como muerto al pecado porque me siento muerto. Tampoco me considero vivo para Dios, porque me siento vivo. La experiencia es importante cuando le damos su lugar y la ocupamos en el lugar que debe ser ocupada. Pero la experiencia no determina la verdad. Así que, sabiendo lo que es verdad, debemos considerar la verdad; y luego vendrá una apropiada experiencia en base a la verdad que conocemos. Quizás usted diga: “Pero yo le fallo a ÉL, aún después de contar con el hecho de que he muerto al pecado; por lo tanto no debo estar muerto al pecado”. N

Uno con Cristo

Romanos 6:1-10 Después que un individuo es justificado por la fe en Cristo, él va descubrir que aun tiene una naturaleza pecaminosa. Esto obviamente le trae problemas, y se encuentra a sí mismo cometiendo pecados que no desea cometerlos. Así rápidamente se convierte en un creyente dominado por el pecado. ¿Qué es lo que hace Dios al respecto? La solución a este problema es nuestra identificación con Jesucristo en su muerte y resurrección. En esta identificación Dios santifica o nos hace santos, justifica a cada uno (un pecador salvado por la gracia). Considerando que la justificación va a lidiar con la culpa por el pecado, la santificación (identificación) lidia con el poder del pecado en la vida del creyente. ¿Cómo Dios me santifica o me hace santo en la vida diaria? Romanos 6 nos da la respuesta. Es la unión o identificación con Cristo. Note nuevamente que cada cosa que tenemos viene únicamente por Cristo. Comenzando por la unión con, o identificación con Cristo, es lo que l

Un sonido de triunfo.

Romanos 5:3 ; 2 Corintios 4:7-18 Humanamente hablando, a nadie le gustan los problemas ni las tribulaciones. Dentro de nosotros hay algo que nos hace reaccionar negativamente a las dificultades. La palabra “gloria” significa “regocijarse”. Nunca un no creyente puede regocijarse; pero en cambio, toda la perspectiva de un creyente es cambiada en base de su relación con Cristo. Un cristiano verdadero puede ver una tribulación de frente y decir: “agradezco a Dios por esta dificultad; y me regocijo por esto”. Note que Romanos 5:3 no dice que nos regocijamos a pesar de las tribulaciones sino que dice que nos regocijamos en las tribulaciones. A veces es una lección extremadamente difícil de aprender. ¿Usted la ha aprendido? Si aun no lo ha hecho, se está perdiendo de una de las más grandiosas bendiciones que Dios ha guardado para usted. Usted puede regocijarse y agradecer a Dios aun por las tribulaciones por las cuales usted está atravesando. Para la mayoría de creyentes les es fa

Seguros en nuestra posición.

Romanos 5:1-5 Nuestra posición delante de Dios está segura por la gracia por medio de la cual tenemos una entrada constante (5:2). No necesitamos nuevas credenciales cada vez que nos acercamos a Dios. Eso es posible por lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. Dios no nos acepta por lo que nosotros somos, sino por lo que somos en Cristo. Dios hace que su gracia abunde para con nosotros ( 2 Corintios 9:8 ), y por eso podemos acercarnos confiadamente a su presencia inmediata ( Hebreos 10:19 ) Todo esto está disponible para nosotros; nuestra responsabilidad es simplemente actuar sobre la base de lo que Dios ha hecho posible para nosotros. Necesitamos seguir los principios dispuestos por Jesucristo: “Si alguno tiene sed…. venga a mi y beba” ( Juan 7:37 ) A través de la gracia, Dios ha hecho que todos estos beneficios estén listos para que nosotros los usemos; ahora simplemente necesitamos apropiarnos de ellos, para tener la posibilidad de vivir sobre la base de lo que Dios h