Filipenses 1: 12-21 La vida de Cristo habitando en Pablo, le permitió estar libre de preocupaciones durante su encarcelamiento, el cual le pudo haber causado hasta la muerte. Pablo fue audaz y siempre actuó sin temor, su única preocupación era que Cristo sea magnificado en su cuerpo, independientemente de lo que le esperaba, sea la vida o sea la muerte. Nunca hubo vacilación de su parte. Siempre estamos inclinados a pensar que estas tremendas cualidades eran reales solo en los grandes hombres y mujeres de Dios, como lo fue el apóstol Pablo, y que es imposible para nosotros, creyentes comunes y corrientes, desarrollar semejantes cualidades. De alguna manera Satanás ha cerrado nuestro ojos al hecho de que también nosotros podemos tener la misma determinación de glorificar a Cristo en nuestras vidas, como la tuvo Pablo. El mismo Cristo habita en nosotros, no solo para darnos el deseo de glorificarle, sino también para darnos la audacia y capacidad de cumplir ese deseo. Habiendo
Actualidad del ministerio misionero de la familia Luzuriaga en Ecuador